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LOS VÓMITOS EN EL EMBARAZO

Aproximadamente el 90 % de las mujeres embarazadas sufren náuseas y un 25% vómitos durante las primeras semanas de gestación. Aunque las náuseas pueden mantenerse hasta el final de la gestación, los vómitos suelen desaparecer en el primer trimestre.
Su origen se relaciona con el súbito aumento en sangre de ciertas hormonas, en concreto, de estrógenos y gonadotropina coriónica aunque no hay una teoría comprobada hasta el momento.
Suelen ser más frecuente por las mañanas en ayunas, aunque pueden ocurrir a cualquier hora del día, sobre todo cuando se siente hambre o cansancio y también pueden desencadenarse por el olor de algunos alimentos.
Para evitarlos o disminuir su incidencia se aconseja: Tomar un desayuno ligero y hacer varias comidas durante el día aunque de menos cantidad disminuyendo las grasas y aumentando los hidratos de carbono (pan, arroz, patatas, pasta frutas…) pero evitando los dulces
También hay que procurar rehidratarse tomando líquidos en poca cantidad y más bien fríos, en estos casos los refrescos de cola pueden venir bien una vez que se les quita el gas.

La mayoría de las mujeres con estas medidas aprenden a controlar sus náuseas, pero algunas necesitan tratamiento médico que los hay de probada efectividad y seguridad desde hace muchos años.
Cuando el cuadro no mejora y los vómitos y náuseas son intensos se produce lo que llamamos Hiperemesis gravídica. Este es un cuadro más serio y menos frecuente que puede llegar a provocar deshidratación, pérdida de peso y en los casos graves y no tratados incluso ciertos trastornos metabólicos. El primer paso en este caso es la rehidratación mediante sueroterapia intravenosa y la compensación de la falta de minerales si es necesario. Este tratamiento debe ser hospitalario y en el plazo de unos pocos días se suele volver a una situación de normalidad.